Escribe Gustavo Faverón
martes, 6 octubre, 2015Te pones una máscara y dices que una mujer que queda embarazada luego de una violación tiene que dar a luz necesariamente porque no es nadie para decidir sobre la vida o el cuerpo de otro ser. Te sacas esa máscara y te pones otra y mandas a centenares de médicos a esterilizar a 300 mil mujeres pobres porque eres tan criminal y tan imbécil que la única forma en que se te ocurre que puedes acabar con la pobreza es acabar con los pobres.
Te sacas esa máscara y te pones otra y con la nueva máscara estás en contra del matrimonio gay porque tu idea de un matrimonio perfecto es uno en el que un hombre y una mujer tienen hijos de manera natural y es obvio que una pareja de personas del mismo sexo no pueden hacer eso. Porque con esta máscara eres defensora de la familia perfecta.
No importa que con la máscara anterior hayas creado cientos de miles de familias que nunca podrán tener un hijo naturalmente. Y no importa que hace dos máscaras tu idea de familia perfecta fuera una mujer soltera que cría al hijo de su violador. Eso para no mencionar la otra máscara, la que usabas para torturar a una mujer en un sótano, una mujer que era la madre y la esposa en otra de tus ideas de familia perfecta. Ah, pero yo sé que tú no usas esas máscaras una después de las otras, sino que las usas todas al mismo tiempo.
Y no seré yo quien te diga que dejes de usarlas. Porque quizá si no usaras muchas máscaras a la vez la cosa que eres por adentro se derramaría hacia afuera y, francamente, nadie quiere ver ese espectáculo.
Gustavo Faverón Patriau, escritor y periodista peruano,
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