Lío de blancos

Por: Alberto García Campana

El gobierno incompetente se encuentra en guerra contra la mayoría parlamentaria prepotente y abusiva. El presidente de la República trata de esquivar, desde sus nubes, los dardos venenosos que le lanzan los Galarreta, Becerril y otros del mismo pelaje.
El régimen que avanza de tumbo en tumbo hacia su caída final, no tiene otro destino que el cadalso en el que esperan sus verdugos vestidos de naranja.

Dicen que es una pelea de poder a poder. Tal sería mejor que se trata de una pelea por el poder, o mejor dicho, para poder aplastar al pueblo, sin límites y sin piedad. Porque se trata de eso: un gobierno que ha demostrado su total incapacidad en 14 meses de gestión, y un partido que sin pudor alguno pretende capturar todas las instituciones para medrar a la sombra de la voracidad de sus apetitos.

Y en esta guerra, ¿dónde queda el pueblo? ¿A qué santo se encomiendan los partidos de izquierda? ¿En qué andan las organizaciones sociales? Como siempre, mirando desde el balcón cómo la patria termina hecha jirones por la pelea de mastines atacados por la rabia. Y no preguntamos de los otros partidos, acomodaticios sin pudor, convertidos en empresas comerciales por sus gerentes que aparentan ser secretarios generales.
Algunos creen que está bien que los incapaces y los corruptos se destrocen, que los ineptos y los sinvergüenzas se muerdan las entrañas. Tal vez estaría bien, para ver si aprenden la lección, para que reciban el merecido escarmiento.

Pero, y después de eso, ¿qué hay en el horizonte? Si cae el gobierno, si se derrumba el Congreso de la República, si se convoca a elecciones anticipadas, ¿qué garantiza que lo que venga sea mejor? ¿No serán nuevamente los Kuczynski, los Becerril, los Galarreta, quienes vuelvan a ser elegidos?
Mientras tanto, allá en las alturas, allá donde viven los dueños del Perú, la guerra continúa y el pueblo asiste, como espectador obligado, al penoso espectáculo de la liquidación de la patria.