5 de abril: a 25 años del autogolpe del dictador Alberto Fujimori
martes, 4 abril, 2017
El 5 de abril de 1992 ha quedado registrado en la historia del Perú como la innoble fecha en que un jefe del Estado se dio un autogolpe. A las 10 de la noche, el entonces presidente Alberto Fujimori disolvió el Congreso, cerró el Poder Judicial y el Ministerio Público, entre otras instituciones, además de tomar los medios de comunicación, censurar sus informaciones, y detener ilegalmente a políticos y periodistas.
Una hora antes, contingentes de policías y militares con fusiles en mano se desplazaron a los alrededores de estas entidades, así como de diarios, canales de televisión y emisoras de radio.
Las calles estaban tomadas por los tanques y los efectivos trataban de impedir a los periodistas llegar a las instituciones que fueron sitiadas.
Las siguientes dos horas, solo una emisora logró burlar el control estatal: Antena 1, una pequeña radio de noticias que extrañamente no estaba en la mira de los militares.
Como era domingo, estaban transmitiendo un programa de música y el disjockey comenzó a alertar lo poco que se sabía hasta entonces. No tardaron en llegar los periodistas, entre ellos Henry Aragón.
“Después del mensaje los canales de televisión volvieron a su programación normal. No entendíamos por qué, hasta que un amigo periodista que estaba en RPP nos dijo que habían ingresado a la estación y les habían ordenado seguir con lo habitual, que en domingo era música, programas grabados o repeticiones”, relata Aragón, 24 años después.
Recuerda que sacaron sus agendas y llamaron a senadores y diputados para entrevistarlos en directo. A través de la radio se escucharon las primeras palabras de indignación del presidente del Senado, Felipe Osterling: “Repudio lo que ha hecho Alberto Fujimori. Estoy con arresto domiciliario y algunos colegas senadores han sido detenidos”, dijo, calificando este hecho como un «latrocinio que pisotea la Constitución y la Ley”.
Le impidieron salir de su casa cuando trató de dirigirse al Congreso. Lo mismo ocurrió con el presidente de la Cámara de Diputados, Roberto Ramírez del Villar, quien también fue cercado en su domicilio.
Durante dos horas y media, Antena 1 transmitió con libertad el rechazo al autogolpe. El ex ministro de Trabajo Alfonso Grados Bertorini calificó a Fujimori de “mandón” y de incumplir la Constitución por la que juró; el senador Luis Bustamante Belaunde refirió que con este acto el Perú quedaba “confinado en una triste dictadura”; el secretario general de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), Pedro Huilca, advirtió que era “un atropello a la Constitución y las libertades”.
Arrestos ilegales
La detención indebida de políticos de oposición quedó de inmediato al descubierto a través de esa emisora, con la denuncia del diputado Alberto Quintanilla, quien reveló que habían sacado de su casa al primer vicepresidente de esa Cámara, César Barrera Bazán.
Más de dos décadas después, Quintanilla cuenta que ni bien culminó el mensaje presidencial se comunicó con varios de sus colegas parlamentarios. “César me dijo que estaba retenido en su domicilio y no podía salir. Desapareció por varios días”, indica, enfatizando que meses antes del autogolpe, el gobierno fujimorista comenzó una campaña de demolición y desprestigio del Congreso con el fin de tomar las instituciones.
El propio Barrera Bazán detalla cómo fue secuestrado. “Me dijeron que tenían órdenes de llevarme. Cuando pregunté el motivo, un capitán de navío me mostró la famosa ‘orden’ firmada por el general Nicolás Hermoza, que decía que ‘por disposición superior’ autorizaban detener a las personas que verbalmente se les había indicado. Y su superior era Fujimori, como jefe supremo de las Fuerzas Armadas”, rememora.
Lo condujeron a la Base Naval del Callao y lo depositaron en el buque de la armada “Elías Aguirre”. En ese trayecto, Barrera Bazán aprovechó el descuido de uno de los oficiales y le sacó ‘la orden’ que se había guardado en el bolsillo de la camisa.
Allí también fueron llevados el diputado Luis Negreiros y dos generales en retiro de la Policía. Cuatro días después los trasladaron al cuartel policial Los Cibeles, en el Rímac, donde estaban prisioneros el diputado Jorge Del Castillo y al senador Abel Salinas, entre otros.
Del Castillo fue arrestado en la casa del expresidente Alan García, donde ambos acababan de escuchar el anuncio de Fujimori.
«Había tanquetas y muchos efectivos. Me pusieron una capucha en la cabeza y ante mi resistencia me golpearon», detalla.
«Estuve incomunicado en una instalación militar, que luego me enteré es el cuartel Alfonso Ugarte, en Las Palmas», refiere.
García logró escapar y estuvo escondido por varios días antes de pedir asilo en la Embajada de Colombia.
La orden verbal de personas por detener también incluyó al periodista Gustavo Gorriti, entonces corresponsal del diario español El País y reportero de la Revista Caretas. Efectivos de Inteligencia militar armados con fusiles ingresaron a su casa a las 3 de la mañana y se lo llevaron.
Fue conducido primero al Servicio de Inteligencia del Ejército y luego al Servicio de Inteligencia Nacional. Además, extrajeron de su casa varios documentos y su computadora.
«Cuando me llevaron a la Prefectura supe que iba a vivir, porque mi detención se hizo formal y ya no estaba como desaparecido», señala.
Allí había otros periodistas arrestados por tratar de cumplir con su labor de cubrir la noticia.
Cuando le increpó a Fujimori por lo ocurrido durante una confenrencia, este lo calificó como “un parentésis” al derecho a la libertad de prensa.
Engaño total
No solo los parlamentarios de oposición condenaron el rompimiento del estado de derecho, también hubo representantes del oficialismo que cerraron filas contra la medida dictatorial. Uno de ellos fue el senador Víctor Arroyo Cuyubamba, pastor evangélico que fue elegido por Cambio 90.
Como los demás, esa noche estaba en su casa, viendo la televisión, sin presagiar lo que ocurriría.
«El jueves anterior tuvimos una reunión de coordinación de la bancada con el entonces presidente Fujimori para discutir la agenda de temas para impulsar desde el Congreso, porque estaba empezando la legislatura», señala. Remarca que al escuchar el anuncio se sintió burlado, por lo que llamó a otros senadores oficialistas para tratar de entender lo que sucedía.
«Varios de ellos me pidieron apoyar la medida adoptada, entre ellos Fernando Santolaya. Yo les expresé mi rechazo rotundo y renuncié», comenta.
Luego se comunicó con el senador Osterling y con otros miembros de la mesa directiva de esa Cámara para ponerse a su disposición.
Pero ya nada se podía hacer, pues el autogolpe de Fujimori contó con el respaldo de un gran sector de la población, que fue engañado por la campaña de demolición que el Ejecutivo lanzó contra el Congreso; la misma que abrió los ojos tras la emisión pública del video Kouri-Montesinos en 2000, evidenciando el grado de corrupción que se había enquistado y actuaba impunemente a partir del golpe a la democracia del 5 de abril de 1992.
Radio Antena 1 y las últimas voces de libertad
El senador Gustavo Mohme Llona fue el último que pudo hablar antes de que los militares ingresaran a Antena 1 y los silenciaran a la fuerza.
«Se trata de un golpe de Estado. Corresponde a los poderes legítimamente constituidos resolver esta problemática», indicó al periodista Henry Aragón.
Informó que La República estaba tomada. «Tenemos intervención militar», dijo. «Vamos a tratar de sacarlo pero tenemos intervención militar tanto en la editora como en la impresora. Y hay una censura en este momento», expresó.
Mientras tanto, faltando 20 minutos para la una de la mañana, un contingente militar ingresó a la emisora y les ordenaron cortar la transmisión. Antes, Aragón dejó sentada la protesta de esa casa periodística.
«Expresamos nuestra protesta por esta arbitraria e inconstitucional decisión que mella la libertad de información en el país», manifestó, tras lo cual se escuchó el Himno Nacional.
Fuente: La República