Día de todos los santos, un recorrido por calles, plazas y cementerios  

El ultimo primero de noviembre fue como corresponde una fecha festiva en nuestro calendario y otra oportunidad para recorrer las atestadas arterias de la ciudad que como cada año cientos de personas se preparan para degustar el famoso lechón con Morayas y humitas de maíz pero el verdadero protagonismo lo tienen las célebres Tantawawas y por ese motivo acudí temprano al mercado de San Pedro donde varias panaderías habían horneado una noche antes cientos de estos escultóricos y enormes panes tan tradicionales por estas fechas y se habían posesionado en el pasaje central del mercado a donde decenas de clientes acudirían a lo largo del día.

Recorriendo este histórico centro de abastos me encontré con el connotado historiador Donato Amado y la guía de turismo Rosita Canasa con quienes charlé acerca del significado de esta tradición quedando claro que hay todo un simbolismo que redunda en el nacimiento y la dualidad andina donde los wawas con rostro y forma de muñeca son según la tradición, regaladas a las niñas y/o mujeres y los wawas con forma y cabeza de caballo son regalados a los niños y/o varones. Doña Esther es una panadera que después de haber horneado decenas de panes me dice que por esta época también se expenden diversos panecillos de maíz, suspiros, rosquillas etc.

Casi aplastado por cientos de clientes locales y gringos que abarrotaron el mercado logre salir para encaminarme a otro lugar no menos simbólico por esas fechas el cementerio de Almudena que ya empezaba a recibir también a cientos de visitantes, afuera las vendedoras de flores hacían su agosto en noviembre. Mi amigo historiador que gentilmente me había acompañado hasta este camposanto me cuenta que el muro perimétrico así como la portada del Almudena se había construido con piedras traídas de la iglesia de san Agustín que a su vez habían sido sacadas de algún templo incaico. Visitamos mausoleos de personalidades ilustres como: Fuentes Lira, Clorinda Matto, La Torre Romainville y el Qosqoruna Daniel Estrada cuya tumba dentro de todas era la más visitada. Músicos, sacerdotes y demás personajes transitaban con prisa el cementerio mientras algunos familiares se tomaban unos tragos al lado de sus deudos.

Casi al medio día en medio de un sol abrasador mis pasos y mi estómago me llevaron a la plaza San Francisco donde se habían instalado varios puestos de comida donde apetecibles lechones se mostraban en diferentes presentaciones y familias enteras degustaban este simbólico platillo. No podía ser yo la excepción así que me acerque a una zalamera y carismática vendedora que decía tener el mejor lechón y vaya que valió la pena disfrutar al tierno y sabroso lechón sin ostentación alguna tomando mi generosa presa como todo el mundo, es decir sin cubiertos sino con las manos!, después de todo era día de todos los santos…

por: Armando Álvarez