“La picantería de Chiwanpata” El paraíso del costillar

lunes, 3 octubre, 2016

“La picantería de Chiwanpata” El paraíso del costillar

 

Es medio día en la ciudad del Cusco, luego de hacer mil cosas “aprovechando la mañana” con la Michichay terminamos en avenida El Sol que a esa hora sufre de vendedores, turistas, cambistas y demás. Una de esas raras lluvias con sol acaba de cesar y con el ánimo de complacer nuestros estómagos la Michichay casi hablándome al oído me propone

–          Vayamos a comer un costillar-

Su rostro tiene una mirada dulce y cómplice, abordamos uno de los tantos miles de taxis que congestionan la ciudad y enrumbamos hacia San Blas por una empinada cuesta llamada Chiwanpata y allí con el número 476 se ubica una de esas pocas picanterías que sobreviven a la vorágine de una ciudad cada vez más cosmopolita y ajena. La entrada es un modesto portón que nos conduce a un patio donde hay tinas de ropa sucia y un cordel donde cuelgan frazadas aun húmedas…la cocina se halla al costado de este patio donde una pequeña mujer nos recibe con amabilidad y simpatía.

Luego de saludar a la atenta propietaria la señora Bertha Paucar nos instalamos en una de las dos salas que hay, se trata de una pequeño espacio sin ventanas, allí tres jóvenes con apariencia de clientes frecuentes disfrutan animadamente una cervezas cusqueñas de trigo, la decoración del lugar es muy simple unos almanaques pasados con mujeres calatas y unos pequeños cuadros con motivos religiosos dan el toque personal a este interesante lugar que por lo demás denota  limpieza y de pronto los buenos olores no tardaron en llegar desde la cocina.

Una niña de trenzas y blanquísimos dientes,  con voz tímida nos pregunta

–          ¿Que se van a servir?-

-¡dos costillares por favor!-

Dijimos casi a coro…sin pensarlo dos veces y en poco tiempo unos humeantes y pequeños tazones llenos de caldo, cortesía de la casa, llegaron a nuestra mesa! la verdad fueron un excelente aperitivo estábamos casi por terminar cuando llego nuestro pedido, la presentación del plato era bastante sutil pero contundente… unas apetecibles costillas de cordero asado, una porción de papas amarillas, arroz, una ensalada de tomates con cebolla y ají con huacatay era todo lo que acompañaba este exquisito plato tradicional del Cusco.

La carne no podría ser más sabrosa como tierna, las papas casi algodonadas se deshacían en la boca, el arroz muy bueno también y en la cantidad adecuada, la magia envolvente del huacatay que combina tan bien con el poderoso ají hacían que en nuestras bocas haya esa explosión de sabores tan nuestros, pero a veces tan olvidados, por la invasión de innumerables cocinas foráneas, por suerte estas picanterías todavía subsisten al tiempo con sus fogones ardiendo llenos de historia y sabor peruano.

 

Escribe: Armando Álvarez

 

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