La suspensión era su condena

lunes, 16 diciembre, 2019

La suspensión era su condena

Escribe: Carlos Carrillo Berveño

Cuando la población cusqueña esperaba del suspendido alcalde provincial del Cusco, Víctor Boluarte Medina, un mea culpa y sus disculpas públicas por todo este descalabro edil al que nos condujo, salió, por el contrario, con el pie en alto a cuestionar y criticar la decisión del JNE, del Poder Judicial y la labor de algunos medios de comunicación que, con justa razón, hablaban de la inminencia de la suspensión.

Víctor Boluarte salió hablando de odios y venganzas, de encono y revanchas, de decisiones judiciales sin rigor jurídico y demás. Es decir, todos son culpables, menos él, cuando el único responsable de toda esta crisis es él por no haber sabido defender su inocencia, por haber cometido el delito de fraude en la administración de personas jurídicas, en agravio del Ilustre Colegio de Abogados del Cusco, y por haber sido sentenciado con pena privativa de libertad por delito doloso a un año de pena privativa de la libertad suspendida.

Según la Ley Orgánica de Municipalidades una autoridad municipal que recibe una sentencia en doble instancia tiene que ser suspendida en el cargo, mientras se defina su situación jurídica en el Poder Judicial; por lo tanto esta resolución del Jurado Nacional de Elecciones es una medida que, tarde o temprano, iba a venir,  no había otra alternativa, él estaba condenado a tener que ser suspendido, eso lo sabía él, sus regidores y todos sus trabajadores que saben perfectamente los alcances de la Ley Orgánica de Municipalidades que en su Artículo 25, inciso 5, prescribe claramente que es causal de suspensión una sentencia en doble instancia.

Sin embargo, no quisieron reconocer la suerte echada de Víctor Boluarte, por el contrario lo negaron en todos los idiomas y se aferraron a la idea de que al ser una condena con pena suspendida, podía seguir desplazándose a la Municipalidad a trabajar y realizar sus actividades con normalidad. No fue sino una interpretación antojadiza, pues el Jurado Nacional de Elecciones fue categórico en señalar que al ser la condena con pena privativa de libertad, no importa si la privación es suspendida o efectiva.

Es más,  la autoridad municipal trató de sorprender a la población cusqueña con sendas declaraciones a las que le hicieron eco sus propios regidores, muchos de ellos abogados y docentes universitarios de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, quienes indicaban que las dos sentencias en contra de Víctor Boluarte, no iban a desencadenar en una suspensión, porque antes que todo estaba la presunción de inocencia y que su condena era suspendida.

Todos estos regidores, que actuaron cómplicemente, blindando a alguien que hace rato debió haber sido suspendido, también están obligados a rendir cuentas a la población, pedir disculpas por su irresponsable actuar y afrontar las consecuencias legales de sus actos, pues ya se anuncia que serán procesados penalmente por omisión de funciones los 12 que protegieron en todo momento al alcalde suspendido.

Por lo tanto estamos ante un alcalde y un Concejo Municipal, excepto la regidora Tania Csrdeña, cuyo actuar fue descarado, cínico, se portaron sin vergüenza, cuando sabían perfectamente que procedía la suspensión por las dos sentencias condenatorias que tiene el suspendido alcalde.

Lección

Todo este nuevo episodio municipal en el Cusco debe enseñarnos, una vez más, que debemos desconfiar de candidatos procesados, porque tarde o temprano serán sentenciados. No debemos seguir apostando en ciudadanos que tienen problemas con la justicia y por ende con el pueblo cusqueño.

Pero aquí quienes deben ser mas sinceros y honestos son los candidatos. Son ellos quienes primero deben resolver sus problemas judiciales antes de postular. Pero como quiera que argumentarán presunción de inocencia, es mejor que el nuevo Congreso dicte una ley para evitar la participación de candidatos procesados a fin de evitar gestiones críticas.

Es la población quien también debe hacer un mea culpa, porque terminamos eligiendo a candidatos con problemas, generando caos y crisis en instituciones que deberían estar concentradas en el desarrollo de proyectos de inversión en favor de las grandes mayorías. Finalmente, da mucha pena el sistemático trance que le toca pasar a Víctor Boluarte, un profesional destacable y a la vez muy buena persona, pero es quien debe asumir con hidalguía las consecuencias de sus hechos.

Dato final
La suspensión de Víctor Boluarte no es por un año, es por tiempo indefinido, hasta que el Poder Judicial resuelva su caso. Puede ocurrir que la Suprema, a la que recurrió vía casación, confirme la sentencia condenatoria, lo que significaría una inminente y consecuente vacancia; pero si es absuelto se levanta la suspensión y vuelve al Sillón Municipal de Cabildo.

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