Representante de los familiares de las víctimas de La Cantuta juró como Ministra de Cultura

miércoles, 6 octubre, 2021

Representante de los familiares de las víctimas de La Cantuta juró como Ministra de Cultura

Andrea Gisela Ortiz Perea juró hoy como nueva ministra de Cultura. La activista y portavoz de los familiares de las víctimas de la Masacre en La Cantuta, en el nefasto gobierno fujimorista, reemplaza a Ciro Gálvez, hombre huancavelicano quien tuvo la oportunidad de dirigir los destinos de este sector por espacio de dos meses.

Gisela Ortiz es parte de los nuevos integrantes del gabinete ministerial junto a Betsy Chávez (Economía), Roberto Barranzuela (Interior), Carlos Gallardo (Minedu), Roger Incio (Producción), y Eduardo Gonzales (Energía y Minas).

Un par de años antes, Gisela Ortiz había escrito lo siguiente, sobre su hermano secuestrado, desaparecido y asesinado por el Grupo Colina, el 18 de julio de 1992, en el gobierno de Alberto Fujimori.

“Nuestro amor sostiene nuestra lucha, a pesar de todo. Con nuestras manos cogimos banderolas, carteles, fotografías y nos sostenemos entre nosotros, durante 27 años. Del dolor, la angustia y la esperanza florecieron nuestras Cantutas” (del Facebook de Gisela Ortiz Perea, 16 de julio de 2019).

Luis Enrique Ortiz Perea, mi hermano, tenía 21 años cuando fue secuestrado, el 18 de julio de 1992, de la vivienda universitaria en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, conocida como La Cantuta. Le gustó el deporte desde chiquito, en el jardín de infancia No. 02 de Chachapoyas, recibió su primera copa como goleador, por eso, quiso estudiar Cultura Física y Deportes en la UNE, pese a las dificultades económicas, la distancia entre Chosica y Lima, el estado de emergencia que se vivía a fines de los ochenta. Avanzó de acuerdo a lo que las circunstancias lo permitían, especialmente las largas huelgas. Estaba en el VIII ciclo. Su otra pasión, Periodismo, no pudo seguirla por razones económicas pese a ingresar a la Universidad Nacional de San Marcos.

El caso La Cantuta no es un caso cerrado, aún hay juicios contra los responsables que no empiezan; acusados con orden de captura desde hace 15 años, sin respuesta alguna; condenados que no pagan la reparación civil y víctimas que están desaparecidas. Han pasado 26 años de aquel doloroso 18 de julio de 1992 cuando nuestras vidas cambiaron y nos sigue haciendo daño la indiferencia de quienes creen que nuestros muertos son muertos ajenos, “los otros”; nos daña el olvido que se pretende imponer como símbolo de progreso: “los muertos del pasado”, como si ese pasado no formara parte de nuestra historia de la que debemos aprender para conocer y cuestionarnos. Nos hiere esa falta de memoria para reconocernos en el dolor de los familiares, de las comunidades que siguen llorando a sus muertos con todo el derecho de vivir su duelo».

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