A 26 años de la dolorosa partida del regidor y docente universitario Ivan Pérez Ruibal

 

El 12 de julio de 1991, el economista Vladimiro Iván Pérez Ruibal Rodríguez se hallaba preparando sus clases en la Sala de Profesores de la Facultad de Economía, en la Ciudad Universitaria de Perayoc. Eran las 4 de la tarde. De pronto, tres individuos golpearon la puerta de la sala en la que estaba el docente. Apenas este abrió la puerta, sonaron tres disparos. Una bala le cayó en el cuello, otra en el estómago y una tercera le destrozó el brazo.

Allí quedó el cuerpo del docente universitario, del regidor de la Municipalidad Provincial del Cusco, del dirigente de la Federación Departamental de Trabajadores del Cusco, del líder del Partido Comunista Peruano. 26 años después de la dolorosa partida de Iván, vemos a las instituciones a las que él perteneció, marchando en cortejo fúnebre, cada cual a su estilo, cada cual en su miseria, cada cual en su penoso proceso de liquidación.

Aquel Concejo Municipal del Cusco que integró en 1991 Iván Pérez Ruibal, se encuentra a una distancia sideral de este conglomerado amorfo y sin decoro que es hoy el cuerpo edilicio. Nombres como los de Iván Pérez Ruibal, Fidel Peña, Jorge Flores, Alfredo Jordán, Alejandro Bustamante, Eric Somocurcio, Vidal Pino y otros, han sido reemplazados por proveedores cuya única virtud es su cuenta bancaria.

La FDTC naufraga entre el penoso espectáculo de los usurpadores y la insignificancia de sus escuálidas representaciones. Las organizaciones políticas han terminado convertidas en clubes que se reúnen una vez al año para tomar el té de las tías.

No queda casi nada del tiempo en que Iván Pérez Ruibal vivió, luchó y murió. 26 años después de la sangre derramada en Perayoc, asistimos a un nuevo sepelio: el entierro de la ética en la gestión pública, la liquidación de la moral ciudadana y la completa decadencia política.

Por: Alberto García Campana