Allanamiento de locales de Fuerza Popular: La furia recargada del fujimorismo contra el Fiscal de la Nación.

Escribe: Jaime Antezana Rivera.

La respuesta del fujimorismo al allanamiento de dos locales de Fuerza Popular, que indicaba que el Ministerio Publico esta decidido a investigar a esta organización presuntamente criminal por lavado de activos, ha sido furibunda. La furia, con espuma en la boca, desencadenada ha sido para que se ratifiquen en su pretensión de acusación constitucional contra el Fiscal de la Nación Pablo Sánchez.

Daniel Salaverry, ex aprista y amigo empresarial de Joaquín Ramírez, ha sido el primero en expresarlo furibundamente. «Si creen que con esta medida van a hacer que retiremos la denuncia contra el fiscal de la Nación, están muy equivocados…» (http://www.americatv.com.pe/…/salaverry-estan-equivocados-s…).

¿Que quiere decir cuando señala que están equivocados si «creen que con esta medida van a hacer que retiremos la denuncia contra el fiscal de la Nación? De esa manera el vocero de Fuerza Popular esta ratificando que continuaran con la acusación constitucional contra el Fiscal de la Nación. Se ha elevado el sonido de los tambores de guerra del fujimorismo contra el Sánchez.

Es un grito de guerra. Pero, para Salvaverry, es en defensa de la democracia y los partidos. «…es un atentado contra la democracia, contra los partidos políticos. No puede ser posible que la Fiscalía se esté manejando de esa manera, no puede ser posible que la Fiscalía use este tema de la investigación para acallar a un partido político que está haciendo control político…» (Ibíd). Es una nueva declaración de guerra contra el fiscal de la Nación. De guerra frontal.

Según el razonamiento elemental de Salaverry, el allanamiento de los dos locales de Fuerza Popular (Av. 9 de Diciembre 422, Cercado de Lima, y en el Jr. Los Morochucos 140 en Surco) es un atentado contra la democracia y los partidos y no es posible que la Fiscalía se esté manejando de esa manera. Así, para el fujimorismo el allanamiento de sus locales es un atentado a la democracia y los partidos. Extraño concepto de democracia del fujimorismo: reducido a defender locales y copar las instituciones.

No comprenden que Fuerza Popular esta siendo investigado por lavado de activos de las dos campañas generales y que, como producto de ello, se produce el allanamiento. Lo que pasa, en realidad, es que los fujimoristas no aceptan que están siendo investigados. Eso no es todo. «En vez de perseguir a los corruptos, persiguen a quienes los estamos enfrentando, esto es inaudito, nunca se ha visto en el país…» (Ibíd). ¿El fujimorismo, la más alta expresión de corrupción del Perú, esta enfrentándose a los corruptos? Obviamente que no.

En consecuencia, el fujimorismo no acepta que esta investigado. ¿Acaso el señor Salaverry no se ha enterado que su organización y Keiko Fujimori, están siendo investigados por lavado de activos en el marco de la ley de crimen organizado? ¿Acaso repentinamente se ha olvidado que Fuerza Popular y, particularmente, Keiko Fujimori esta investigada, y confirmado por Marcelo Odebrecht, por el financiamiento, de una parte, de la campaña electoral del 2011? ¿O sufre de amnesia?

Luego de reproducir lo que ha señalado Salaverry queda meridianamente claro que el fujimorismo no solo se creen limpios, puros y demócratas sino -esto es lo más importante- luchadores contra la corrupción e intocables. Esa es la autoimagen que tienen de si mismos. Con ese autoretrato el fujimorismo desencadenara toda su furia contra el fiscal de la Nación Pablo Sánchez a quien buscarán crucificar por haber osado irrumpir en los «templos» (locales) del fujimorismo amticorrupto.

Es una furia recargada que no parará hasta ver caer la cabeza del fiscal de la Nación. Y luego continuaran los cuatro miembros del Tribunal Constitucional (TC). ¿A donde apunta todo esto? A una Narcorepública o Narcoestado, que puede configurarse con la vacancia presidencial y el adelanto de las elecciones o en las elecciones generales del 2021. Ese el riesgo que subyace tras la furia recargada del fujimorismo o narcofujimorismo.