Homilía del Arzobispo del Cusco con ocasión del Lunes Santo del 2018

 

El Lunes Santo de este año 2018, nos hemos reunido entorno a la venerada imagen del Señor de los Temblores para rendirle nuestro homenaje, porque Él es el Dios con nosotros que siempre nos acompaña y está a nuestro lado. Aquí está reunido todo el pueblo cusqueño, presidido por sus dignas autoridades, el clero y vida consagrada de las diferentes comunidades y lugares que conforman nuestra ciudad del Cusco.

Hoy venimos a rendirle nuestro homenaje porque Él es nuestro Patrón Jurado, y cómo no agradecerle por todo el amor que siempre nos ha brindado, nos brinda y nos brindará, porque Él es fiel y siempre está dispuesto a perdonarnos, no se cansa de manifestar su misericordiay favores que nos concede día tras día desde hace ya casi cuatro centurias. El Señor de los Temblores en su casa, nuestra catedral, está siempre con los brazos abiertos, esperando, consolando y animando a sus hijos, ¡cómo no agradecerle! no nos lo merecemos nosotros que somos pecadores, limitados, llenos de debilidades y deficiencias, pero a pesar de nuestra realidad humana, su amor nunca nos ha de faltar, siempre está ahí, delante de nosotros.

Hermanos y hermanas, este Lunes Santo tiene un sentido muy especial, porque todavía sentimos  frescas las huellas de nuestro querido Papa Francisco que vino al Perú a traernos, no sólo su presencia alentadora para fortalecer nuestra fe, sino también sus palabras; ciertamente el Santo Padre no vino al Cusco, pero muchos cusqueños fueron a su encuentro en la ciudad de Puerto Maldonado, cómo no recordar sus últimas palabras, cuando el Santo Padre estaba ya dispuesto a subir la escalinata que lo iba a devolver al Vaticano y dijo con énfasis “El Perú es un país lleno de esperanza, no se dejen robar esa esperanza”, y por eso nos ha dejado la tarea de construir nuestro Perú desde el principio de la unidad, la fraternidad y la solidaridad, creo que estas mismas palabras del Papa Francisco resuenan hoy en los labios de nuestro Taytacha de los Temblores, porque Él quiere que todos sus hijos vivamos unidos, y pide que no perdamos la esperanza en su amor, en su mensaje, en sus enseñanzas

Si bien hoy nuestra sociedad tambalea porque está entrando en una crisis de valores de todo orden, el Señor de los Temblores, que le dio seguridad y confianza a todos nuestros hermanos mayores y les devolvió la tranquilidad y la paz, hoy también se pone delante de nosotros para decirnos que si estamos unidos no debemos tener miedo, porque Él está con nosotros y todos tenemos el deber de construir la esperanza, es tarea de todos y cada uno de nosotros, especialmente de sus hijos del Cusco, lugar donde Él ha querido venir a morar y compartir nuestra existencia.

¿Cómo tenemos que construir la esperanza?, aprendiendo a mirar, a escuchar y a transformar nuestras vidas, son esas tres actitudes las que el Papa Francisco, unido al corazón amoroso del Taytacha de los Temblores, nos pide como una tarea nuestra en todos los lugares donde desarrollamos nuestro servicio a la sociedad.

Aprendamos a mirar a Jesús crucificado, encontremos en Él el límite de su amor y aprendamos de Él a compartir y a dar amor a los otros, Él ha dado su vida por todos nosotros, lo vamos a reflexionar y sentir estos días de la Semana Santa, especialmente en el Triduo Pascual, su amor es un grito permanente y tenemos que aprender a mirar en Él y a sentir ese amor, Él ha cargado sobre sí todas nuestras dolencias, pecados y miserias, y con su muerte en la Cruz, ha conseguido nuestra reconciliación, su imagen debe golpearnos en el corazón, debe sacudirnos la consciencia, tiene que tambalear nuestras falsas seguridades, Jesús nos dice que el pecado rompe la unidad, el pecado desune a los hombres, el pecado divide a las familias y a todas las organizaciones de nuestra sociedad. Cristo desde la Cruz nos pide hoy que no seamos cómplices de este pecado de división y desunión, el amor de Cristo quiere que cada uno de nosotros seamos instrumentos que construyan, unifiquen y hagan fraternidad. Hoy desechemos de nuestro corazón envidias, enfrentamientos, competencias, todo aquello que rompe la unidad con los hermanos, que Cristo nos una y dejemos de lado nuestros intereses personales o de grupo, para que el amor que Dios nos brinda logre construir relaciones fraternas en nuestra sociedad, esa es nuestra tarea y nuestro compromiso: saber escuchar, pues hoy en día nuestros oídos están permanentemente tapados, muy distraídos con todas las corrientes ideológicas que distraen y desorientan al hombre de su consciencia, volvamos a aprender a escuchar, para eso Dios nos ha dado el oído, para lleguemos a comprender y a asumir su Palabra.

¿Qué nos pide el Señor?, un cambio de mentalidad, ser constructores de paz, ser hermanos fraternos, ayudándonos los unos a los otros para construir la esperanza, hoy hacemos un firme compromiso ante el Taytacha de los Temblores, que saldrá a nuestras calles a encontrarse con su pueblo creyente, un pueblo lleno de esperanza, que Él nos ayude a transformar nuestras vidas.

A nivel de nuestra Iglesia, tenemos una gran tarea como cristianos católicos, ahora que tenemos un Plan Pastoral para construir una Iglesia viva, llena de esperanza y que comunique fe y alegría a nuestro pueblo, que nuestro compromiso misionero nos lleve a transformar al hombre, a transformar la familia y a transformar la sociedad.

Que el amor de Cristo, que hoy lo vamos a llevar por la calles, logre alcanzar estas necesidades que las hacemos oración ante Cristo, ante nuestro Taytacha de los Temblores.

Con estas intenciones oremos juntos al Señor para que bendiga a todos sus hijos e hijas, que hoy le vamos a acompañar en su recorrido procesional.

Y la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes y les acompañe siempre.