En Cusco hay prensa limpia, periodistas de palabra clara y pluma decente, en defensa de la verdad

En su libro Cinco esquinas, el novelista Mario Vargas Llosa escribió lo siguiente: “Si hay un tema que permea, que impregna toda la historia, es el periodismo, el periodismo amarillo.

La dictadura de Fujimori utilizó el periodismo amarillo, el periodismo de escándalo, como un arma política para desprestigiar y aniquilar moralmente a todos sus adversarios.

Al mismo tiempo, también está la otra cara, cómo el periodismo, que puede ser algo vil y sucio, puede convertirse de pronto en un instrumento de liberación, de defensa moral y cívica de una sociedad”.

Estas palabras que publicó Vargas Llosa el año 2016, se mantienen, cinco años después, dolorosamente vigentes. La llamada “gran prensa limeña”, casi todos los canales de televisión, casi todos los diarios escritos, casi todas las estaciones de radio, han pretendido liquidar los principios básicos del periodismo y se ha n convertido en voceros de la candidata del fujimorismo, atacando sin piedad a los que pensaban distinto.

El viernes de la presente semana, 1 de octubre, se conmemora el Día del Periodista. Seguramente esa prensa vil y miserable aprovechará la ocasión para reclamar respeto a la libertad de expresión, un derecho que desgraciadamente ellos pisotean a diario.

Pero, en el Cusco, hay prensa limpia, periodistas de palabra clara y pluma decente, que se ha mantenido firme en la defensa de la verdad y de la justicia. Para esta prensa valiente y honesta, que ha sufrido agresiones, presiones y amenazas, un saludo y un abrazo, porque son esos periodistas los que enaltecen la profesión y la hacen digna