Nostalgia
lunes, 30 mayo, 2016Empieza junio. Empieza el mes jubilar del Cusco. Cuando la noche se hace muy larga, cuando la caída parece inevitable, cuando el esplendor termina en penumbras, resulta inevitable volver la mirada hacia atrás y detenernos por un momento en los años 90, cuando el homenaje a la antigua capital del Tawantinsuyo no se reducía a danzas y desfiles, al embanderamiento de la ciudad o al fervoroso canto del himno.
Las gestiones municipales encabezadas entonces por el recordado Daniel Estrada, rendían tributo a esta tierra también con la entrega de obras monumentales, calificadoras de un tiempo, representativas de un compromiso. En junio de 1992, en la fiesta mayor del Inti Raymi, Daniel Estrada entregó al Cusco la remodelación integral del barrio de San Blas, la construcción de la vía desde Santa Ursula hasta el distrito de San Jerónimo, la pavimentación de la avenida 28 de julio y los puentes peatonales sobre ella, la edificación del imponente monumento al Inka Pachakuteq.
Un año más tarde, también en junio, el desaparecido qosqoruna entregó la recuperación integral de los barrios de San Cristóbal y Santa Ana, la construcción del monumento al Kuntur Apuchin, la Biblioteca Municipal de la calle Santa Catalina y la recuperación del templo del Qorikancha.
Y en años posteriores se inauguraron, también en junio, las fuentes ornamentales de San Francisco, de Regocijo, de la Alameda Pachakuteq, del paraninfo universitario, de la calle Triunfo y la impresionante catara de San Blas, junto a la pavimentación integral de la avenida Tupaq Amaru y la Alameda Pachakuteq.
Y paramos aquí, porque la nostalgia puede convertirse en indignación, porque de las luces hemos pasado a las sombras, porque de tantas y tan significativas obras hemos asistido a actos depredatorios como la erección de una estatua en la plaza mayor del Cusco que es un espacio intangible por su carácter de patrimonio mundial.
Y llegamos al año 2016, a bordo de un barco que marcha a la deriva por la ineptitud de su capitán y la mediocridad de sus tripulantes. ¿Qué hay para celebrar en junio? Solamente la historia, las raíces, el origen. El presente desata llanto y el futuro encierra decepción. Son malos tiempos para el Cusco.
Alberto García Campana