Pobres pero honrados

Escribe: Alberto García Campana

Cuando muchos esperábamos que el congresista fujimorista Carlos Tubino se disculpara públicamente por las barbaridades expresadas la semana anterior, he aquí que no solamente este provocador impenitente ha guardado silencio, sino que otros de sus colegas, del mismo corral, han tratado de dejar claramente establecido que quienes no pensamos ni actuamos como ellos, somos sucios, malolientes, huachafos y mal vestidos.

O sea, ellos, los que ensuciaron la política desde 1990, los huachafos que desde la comodidad de sus hoteles pasaron a ser congresistas, los que llevaron a tartamudos como candidatos al legislativo, los que saquearon las arcas fiscales, hoy se atreven a mirar la paja en el ojo ajeno. Exactamente como la fábula aquella en la que el cocodrilo le dice al sapo “oye, ¡ qué grande es tu boca! ¿Se habrá mirado al espejo el congresista Tubino antes de decir lo que dijo?

Pero, parece que es perder el tiempo tratar de entender a esa especie llamada fujimorismo. No hay que dejar, sin embargo, que las ofensas de los innombrables manchen a quienes somos pobres porque no hemos robado, somos seguramente mal vestidos porque nuestro trabajo, honrado y sacrificado, nos permite solamente cubrir la comida de nuestra familia, la educación y la salud de nuestros hijos.

No nos pagan, como al señor Tubino, por ir a dormir al Congreso, y por eso no podemos estrenar terno nuevo cada día. Nosotros no hemos robado, y por eso no olemos a perfume francés ni a colonia italiana. Nosotros olemos a trabajo y a sacrificio, y seguramente también a llanto y a fiesta.

En fin, somos pobres, porque nuestra riqueza la han robado quienes en 1990 asaltaron el poder y secuestraron al país. Y nuestro mayor patrimonio es nuestra honradez.