Salvados por la campana
miércoles, 23 septiembre, 2015Al final, cuando todo parecía perdido, cuando ya empezaban a sonar las trompetas anunciando la llegada de los jinetes del Apocalipsis, cuando nada tenía sentido, cuando el final parecía inminente, algún ser superior se apiadó de nosotros y nos envió a Adrián Cusihuamán para que, postulando al Congreso de la República por el Cusco, se convierta en nuestro redentor, en el remedio para todos nuestros males, en nuestra tabla de salvación en medio de la terrible tormenta política.
Como caído del cielo, Adrián Cusihuamán ha anunciado su candidatura. Y lo ha hecho de la manera más limpia, original, asertiva, edificante, ecológica e inteligente que nos podamos imaginar: ha empezado a hacer pintas en varios inmuebles de San Sebastián. Confieso que he vivido, como seguramente muchos otros, en la más absoluta ignorancia, divorciado por completo de la realidad, sordo para la radio, ciego para los diarios escritos y para la Tv.
Y por eso no llegué a enterarme (¡maldita sea!) de las enormes virtudes públicas y las inmensas cualidades personales de Adrián Cusihuamán. Seguramente Adrián Cusihuamán habrá formado generaciones completas de hombres de bien, habrá moldeado contingente de triunfadores, habrá encabezado épicas jornadas de lucha en defensa de los sagrados intereses del Cusco, habrá luchado a brazo partido contra la corrupción y la inmoralidad, habrá defendido sin cálculo a las mujeres agredidas, habrá dado cobijo y protección a los niños abandonados, habrá generado empleo, se habrá levantado como hercúleo defensor del medio ambiente, se habrá fajado a puño limpio contra las abusivas transnacionales.
En los últimos años, viví en la oscuridad total, me mantuve en la ciénaga de la noche permanente, me refugié entre las tinieblas, y por eso no me enteré de las inmensas cualidades de Adrián Cusihuamán. Pero el sufrimiento no es eterno ni la agonía es interminable: el Partido Aprista, esa organización pulcra, de militancia honesta y de dirigencias honradas, ha tenido a bien mandarnos a Adrián Cusihuamán para que postule al Congreso de la República. ¡Alabado sea el señor!