Si me conviene denuncio discriminación
sábado, 14 marzo, 2015La noticia y las imágenes eran claras: un jugador adversario, muy molesto, abandonaba la cancha de fútbol junto a un indignado jugador de la casa que pedía hasta con gestos que los hinchas dejen de agraviar.
Era mas que evidente, se confirmaba una escena más de clara expresión de racismo en un partido de fútbol.
Seguramente la reacción de algunos hinchas del equipo cusqueño era lógica, negar lo ocurrido y echarle la culpa al jugador del Aurich por haber pateado el balón al confundir el upa upa upapá o el huy huy huy con el sonido que genera un chimpancé.
Por qué defender lo indefendible? Hoy, felizmente, con el avance de la tecnología y la impresionante retroalimentación que gracias a las redes sociales tienen los medios de comunicación, vivimos un momento de indignación colectiva ante actos de racismo y discriminación. No solo se sancionan a clubes de fútbol, por culpa hinchas fanáticos, sino también a presentadores de Tv. que son sancionados y hasta echados de los medios de comunicación.
Claro, es fácil cuestionar y criticar cuando la agresión racista se consuma fuera de nuestro entorno. Pero ¿qué pasa cuando alguien cercano a nosotros, como un hijo, padre, amigo, o compañero, vocifera semejante estupidez? ¿Nos hacemos los locos? ¿Disimulamos? ¿Comenzamos a defender lo insostenible o la censuramos?
Creo que tenemos que ser hidalgos en reconocer y asumir responsabilidades. Saber aceptar las consecuencias de nuestros actos, aunque nos duela. Sin embargo, es injusto que se sancione a un equipo de fútbol que nos dio tanta gloria y orgullo por culpa de algunos individuos a quienes no les enseñaron el significado de respeto y tolerancia.
Lo que nos queda es pedir disculpas a la persona que ofendimos, luego auto educarnos y revisar las normas y tratados internacionales que establecen todas las formas de eliminación de actos racistas y discriminatorios en tres puntos fundamentales:
– Todos los hombres que viven en nuestro tiempo pertenecen a la misma especie y descienden del mismo tronco.
– La división de la especie humana en “razas” es convencional y no implica ninguna jerarquía en ningún orden; y
– En el estado actual de los conocimientos biológicos, no podemos atribuir las realizaciones culturales de los pueblos a diferencias de potencial genético: éstas se explican totalmente por su historia cultural.
Estos enunciados internacionales tienen que servirnos de principios generales para saber tolerar las diferencias de razas y orígenes. Nadie, absolutamente nadie, tiene mayor o mejor jerarquía. Todos somos iguales y punto.
Yessica Rosario Bazalar Sequeiros