La victoria de los talibanes
martes, 6 diciembre, 2016Ganaron los fundamentalistas, los de la “facción Huaynalaya”. 40 días en huelga y no se sabe a dónde se va, aunque muchos sospechemos que el despeñadero es la siguiente y última estación.
Dicen que no hay voluntad política en el gobierno para solucionar las demandas, pero nadie se atreve a plantear formas distintas de presionar, de promover acciones que no sigan, como hasta ahora, perjudicando a los estudiantes.
Se dice que la huelga se suspenderá, temporalmente, si es que se instala la mesa de diálogo. Pero no hay señales de diálogo y tampoco hay la mesa. El griterío se impone: ¡tomemos el aeropuerto! ¡Capturemos la catedral! ¡Incendiemos la pradera! ¡Destruyamos Roma! ¡Armemos bochinche en Saqsaywaman!, para que la prensa se dé por enterada de nuestra heroica huelga.
Las memorables piezas discursivas se suceden unas tras otras. Los grandes oradores son una zapatilla la lado de nuestros dirigentes. El más grande vendedor de sebo de culebra, exitoso comerciante de humo, Alan García podría palidecer de envidia si escuchara las proclamas de antología que se escuchan en Perayoc.
Un poquito más de empuje y llegamos a los dos meses en paralización. Otro empujoncito adicional y arribamos al Año Nuevo en huelga. Tesón y coraje y ya estaremos en las fiestas del Cusco. Y coronaremos el 2017 con una federación fortalecida y con una huelga total.
Escribe: Alberto García Campana