Nuestras lenguas maternas

viernes, 24 febrero, 2017

Nuestras lenguas maternas

Por: Pavel H. Valer Bellota

Salvo por un pequeño conversatorio organizado por la Dirección Regional de Cultura, el 21 de febrero, día internacional de la lengua materna, pasó palmariamente desapercibido. Esto, que podría tomarse como el olvido sin importancia de otra fecha más, es en el Qosqo, un descuido grave de las instituciones públicas y una muestra del diseño colonial que respecto al idioma quechua siguen desenvolviendo hasta hoy. A pesar de que el Virreinato del Perú ya no existe, la política lingüística de subordinación de nuestra lengua materna sigue implementándose a diario. La castellanización es una parte elemental de ese diseño de dominación.

La colonización de nuestra América fue posible por el imperialismo cultural y jurídico: hacernos creer que nuestro mundo, todo lo nuestro cultural, era lo errado, y que todo lo que viniera de la metrópoli –de la capital– era lo normal, lo correcto, lo considerado culto. Nuestras lenguas –el quechua, el aymara y las que se hablan en la Amazonía– fueron constituidas, mediante este imperialismo, en idiomas anormales, minoritarios, rústicos, en expresiones sociales expulsadas del ámbito de la legalidad, a los que había que borrar para siempre.

Esas ideas son arcaicas. Ahora ya no es correcto sostener que un grupo tiene más derecho que otro a utilizar su lengua, difundirla y hacerla subsistir. Tampoco es jurídicamente posible sostener que las lenguas que se hablan en un país tienen un valor diferente. Por el contrario, toda lengua es parte del patrimonio común de la humanidad, fruto de miles de años de creación. Aniquilar un idioma es tan grave como condenar a muerte a una nación entera.

En ese sentido la UNESCO aprobó en junio de 1996 la Declaración Universal de Derechos Lingüísticos considerando que todas tienen igual valor por ser la expresión de una identidad colectiva y de una manera distinta de percibir y describir la realidad. En un contexto democrático, el Estado debe dotar a todas las comunidades lingüísticas de las condiciones necesarias para su desarrollo. Sin embargo, la Constitución de 1993 no contempla a plenitud estos postulados, por el contrario impone el castellano como idioma oficial para su uso en todo el Perú y restringe la utilización de las lenguas originarias “en las zonas donde predominen”.

La ley 29735 (2011) declara de interés nacional “el uso, preservación, desarrollo, recuperación, fomento y difusión de las lenguas originarias del Perú”. Reconoce algunos derechos individuales: ser considerado como miembro de una comunidad lingüística, el uso en público y privado de la lengua, a ser atendido por el Estado en la lengua materna y gozar de servicios de traducción simultánea, a la educación en la lengua originaria y “al aprendizaje del castellano”.

Es urgente que el gobierno regional y las municipalidades diseñen políticas que permitan la aplicación de los derechos lingüísticos y superen los diseños coloniales. Varios estudios indican que durante este siglo podrían extinguirse el 80% de las lenguas del mundo, y en Cusco, ciudad abuela de América, desde 1990 menos del 50% de los padres transmitió su lengua originaria –el quechua o runasimi– a sus hijos. ¡Usqhaylla ruwasun!

 

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