No tenemos partidos, tenemos empresas políticas
lunes, 16 diciembre, 2019Escribe: Carlos Carrillo Berveño
Si hay algo que ha quedado demostrado, en este circo electoral congresal, es que las cúpulas de todas las organizaciones políticas terminan designando a sus candidatos al Congreso de la República, ya sea por elección interna o elección de delegados; vale decir no dan posibilidad a gente nueva ni rostros nuevos. Entre ellos se reparten las candidaturas y actúan cual corruptos, al puro estilo de organizaciones políticas mafiosas y criminales que terminaron desaforadas del disuelto parlamento nacional.
A estas cúpulas, repletas de amiguísimos, compadrazgos y familiares, solo les interesa sus apetitos personales. No piensan en futuro ni en la milenaria tierra del Qosqo. No dan importancia a simpatizantes, ni invitados que, de hecho, obtendrían mejor votación que aquellos políticos «dueños» de partidos y movimientos regionales que no tienen ni ascendencia ni preferencia política, pero como se tratan de viejos militantes «tienen todo el derecho» de postular al Congreso.
Con esta mentalidad corrupta y de favorecimientos dentro de las cúpulas, terminan llegando al Congreso impresentables de la política, sinvergüenzas saqueadores del Estado, corruptos que solo buscan impunidad, procesados que pronto serán sentenciados alienados que terminan legislando a favor de grandes intereses económicos, gente sin camiseta cusqueña, menos con un buen discurso político que les permita defender a la hora de la hora los sagrados intereses de nuestra tierra.
En consecuencia aquí quienes fallan y traicionan la confianza del pueblo, son las organizaciones políticas que siempre nos presentan a gente corrupta como candidatos, todos ellos provenientes de sus cúpulas y no buenos ciudadanos que podrían ser escrupulosamente seleccionados, de acuerdo al perfil profesional que tengan, a su sapiencia, experiencia, liderazgo, empatía, simpatía, arraigo, valores, principios, consecuencia, y la constante defensa de los sagrados intereses de nuestra tierra para que fácilmente no terminen traicionando a la población.
En otras palabras, no tenemos partidos politicos, tenemos empresas políticas, con intereses particulares, con fines personales, que invierten para ganar, que negocian para lucrar, que cobran para inscribir candidatos, que lo primero que ven es la billetera del candidato, antes que su compromiso y sus ganas de trabajar por el desarrollo de la región desde el Parlamento, dictando leyes que favorezcan a los mas necesitados y buscando siempre la redistribución de la riqueza.
El Pueblo, para estas cúpulas corruptas, no existe cuando llegan al poder, terminan poniéndose a espaldas de sus electores, al punto que son capaces de estar en contra del adelanto de elecciones y del cierre del Congreso, pero son los primeros en inscribirse de candidatos apenas hay una convocatoria a elecciones. ¿No que estaban en contra? Deberían tener algo de dignidad organizaciones como el fujimorismo, el aprismo y sus aliados como Alianza para el Progreso del «filósofo» Acuña.
Así de triste está nuestra realidad política. Tanto se ha dicho que queremos renovación para estas contiendas, y seguimos viendo a los mismos mafiosos de las cúpulas corruptas de los partidos y movimientos regionales.
Escudriñemos bien por quién votar, no nos dejemos manipular por estas cúpulas, tampoco nos dejemos sorprender por camuflados que están arrimándose a determinadas organizaciones políticas. No votemos por los mismos de siempre, votemos por quienes tuvieron algo de suerte para romper las cúpulas y pudieron meterse de candidatos. De hecho que habrán, no serán muchos, pero allí estarán mostrándose de candidatos, sin mayor presupuesto para hacer propaganda, pero convencidos que sus ideales les llevarán al Congreso de la República.