Dependencia

domingo, 5 noviembre, 2017

Dependencia

 

El futbolista Paolo Guerrero ha caído en desagracia, y en su caída ha arrastrado a todo un país. De pronto, para más de 30 millones de peruanos, las esperanzas de ir al Mundial de Rusia se esfumaron. Las ilusiones de competir con las mejores selecciones del orbe, colapsaron. El sueño se acabó. Todo se derrumbó.

Sin Paolo Guerrero, nada ya es posible. Los demás integrantes de la selección peruana de fútbol son completamente inútiles, totalmente incompetentes, absolutamente ineptos, buenos para nada.

Y otra vez volvemos a lo mismo. Los peruanos estamos tercamente convencidos que sólo una persona nos puede salvar. En el fútbol, Paolo Guerrero. En la política, algún iluminado.

Y no podemos seguir reducidos a tan insostenible convicción. Ni en el fútbol ni en ninguna otra actividad humana hay imprescindibles. Si falta uno, habría siempre otro que ocupe su lugar. Nadie es insustituible. 

Si seguimos creyendo que sólo un semidios aliviará todas nuestras desagracias, probablemente acabemos en el hoyo más profundo.
Hay que convencer a los que quedan en pie en la selección peruana de fútbol, que la victoria aún es posible.

Hay que decirles a todos los peruanos, que podemos alcanzar un mejor futuro sin Mesías ni salvadores. Hay que decirles a los cusqueños que unidos, todo es posible. Aquí no hay imprescindibles. La fuerza de todos será siempre inmensamente superior a las genialidades, capacidades o destrezas de una sola persona.

Alberto García Campana

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