Su Santidad Cipriani

miércoles, 3 agosto, 2016

Su Santidad Cipriani

Por: Alberto García Campana

Las mujeres son las que provocan a los hombres para que estos las violen. Las mujeres se han puesto, por su propia voluntad, en un escaparate desde las que concitan las miradas más libidinosas de los hijos de Adán. Los hombres, por más que se resistan, terminan por caer en las tentaciones de la carne. Es palabra del señor. Del señor Cipriani, del monseñor Cipriani, el representante de Dios en el Perú.

Si las mujeres no salieran nunca de sus casas, no habría violación alguna. Si las mujeres, por circunstancia inevitable, tuvieran la obligación de salir a las calles, debieran vestirse como las antiguas tapadas, o como las mujeres de países árabes, escondiendo todo, excepto sus ojos, porque si una mujer muestra siquiera sus cabellos o sus pantorrillas, estarán dando motivos para ser violadas. Es palabra del señor. Del señor Cipriani.

Y las mujeres, desde luego, no tienen derecho alguno a ser respetadas, pues para ellas ni siquiera rigen los derechos humanos, porque finalmente, los derechos humanos también son una cojudez. Es palabra del señor. Del señor Cipriani.

Por boca de su santidad Cipriani, la Iglesia Católica se ha pronunciado: las únicas responsables de las agresiones, de los ultrajes, de las golpizas y las violaciones, son las mujeres. Las mujeres son las únicas culpables de su desgracia. Si las mujeres no provocaran a los hombres ni despertaran su lascivia, no pasaría nada. Es palabra del señor. Del señor Cipriani.

Y que el próximo sábado 13, ni se les ocurra a las mujeres a participar en la marcha, porque eso será considerado motivo suficiente para que sean violadas. Es palabra del señor. Del señor Cipriani.

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